LAS DEFORMIDADES CRANEALES SÍ TIENEN SOLUCIÓN Saber más
Trauma craneoencefálico
El término ‘traumatismo craneal’ se utiliza cuando, por una fuerza traumática externa, se produce una lesión en el cuero cabelludo, el cráneo o, más profundamente, en el cerebro.
Por tanto, entran en esta categoría tanto los pequeños golpes que provocan abultamiento (“chichón“, “chibolo“) como las lesiones cerebrales graves. Los traumatismos craneales constituyen una lesión muy frecuente en la infancia, ya sea de forma aislada o como parte de un politraumatismo. Representan el 6% de los accidentes infantiles.
En su mayoría no acarrean consecuencias relevantes, pero en ocasiones el traumatismo puede ser grave, especialmente en los más pequeños. En los más pequeños (menores de 2 años), la causa más frecuente son las caídas accidentales desde un sitio elevado (cambiador, sillita, cuna) o bien desde su propia altura al suelo en los niños que ya han comenzado a caminar. Los accidentes de tráfico son causa frecuente de traumatismo craneal a cualquier edad y en niños mayores y adolescentes también lo son los accidentes de bicicleta y deportivos. La importancia de cualquier traumatismo craneal viene determinada por la posibilidad del daño cerebral asociado. Los niños menores de un año tienen más riesgo de tener lesiones cerebrales graves.
El cerebro está compuesto por tejido blando y rodeado de líquido cefalorraquídeo, que actúa a modo de amortiguación. Está dentro del cráneo, que es duro y lo protege. La mayoría de los traumatismos sólo producen lesiones en la superficie de la cabeza como hematomas (chichones, chibolos), heridas y dolor en la zona del golpe. Pero en ocasiones el cerebro puede moverse dentro del cráneo e incluso golpearse contra sus paredes. Esto puede provocar hematomas cerebrales, rotura de vasos sanguíneos y lesiones en el cerebro.
Según el nivel de consciencia del niño podemos clasificar los traumatismos en:
- Traumatismo craneal leve: puede considerarse que los pacientes con un traumatismo leve se encontrarán prácticamente asintomáticos y, si se produce pérdida de consciencia, será menor de 1 minuto.
- Traumatismo craneal moderado: el niño aunque está consciente no responde correctamente a los estímulos. Tiene dificultades para hablar y mantenerse atento, parece adormecido y estuporoso.
- Traumatismo craneal grave: el accidentado está en estado de coma, no responde a ningún estímulo y no se despierta.
SIGNOS DE ALARMA EN UN TRAUMATISMO CRANEAL.
- Pierde el conocimiento
- Le sale sangre o un líquido claro por la nariz o el oído
- Tiene un hematoma bajo ambos ojos o tras las orejas
- Somnolencia excesiva, dificultad para despertarlo
- Está confuso o no puede mover bien alguna extremidad
- Las pupilas de ambos ojos no están iguales
- Tiene un hematoma muy grande o una zona hundida de la cabeza
- Tiene amnesia: no recuerda el golpe o lo que sucedió después
- Dolor de cabeza o vómitos persistentes, irritabilidad (llanto continuo en los niños más pequeños).
- Confusión o alteración del habla, de la vista o del equilibrio.
- Convulsiones o movimientos extraños
¿QUÉ HACER ANTE UN TRAUMATISMO?
Si el golpe ha sido importante, hay que evaluar al niño periódicamente, cada 2-3 horas y, aunque se le puede dejar dormir, ha de ser despertado un par de veces por la noche para comprobar su estado general.
Debe acudir urgentemente a un Servicio de Urgencias si presenta alguno de los signos/síntomas de alarma:
- Empeoramiento del estado general
- Cualquier síntoma o signo que considere anormal o le preocupe (si el niño está “raro”). • El traumatismo craneal ha sido de alto impacto: accidente de tráfico, caída de más de 1 metro de altura…
- Es un lactante menor de 1 año. Si no es así, puede observar a su hijo en casa.
- Le puede dar un analgésico (paracetamol o ibuprofeno) si presenta una cefalea leve a la dosis que le corresponda, según indicación de su pediatra.
- Si es su hora habitual de siesta puede dejarlo dormir (asegurándonos de que se despierta con facilidad cada 2-3 horas).
- Manténgalo en un ambiente tranquilo y silencioso.
- Levante un poco la cabecera de la cama.
- ¿Tiene cuerpos extraños incrustados y los huesos ceden al tacto? No hay que tocar la herida y debe acudir a urgencias.
- ¿Sangra abundantemente, es profunda o grande? Acuda a un centro sanitario próximo para su valoración y sutura si fuera preciso.
PRUEBAS COMPLEMENTARIAS
El objetivo de la realización de pruebas complementarias es identificar lesión intracerebral (LIC) y lesión en las estructuras óseas en aquellos pacientes en riesgo.
Tomografía craneal: es la prueba de elección para identificar LIC. Se realizará una vez estabilizado el paciente. Está indicada en:
- Grupo de riesgo alto.
- Varios factores de riesgo intermedio.
- Evolución durante la observación de los síntomas de riesgo intermedio.
- Presencia de factores predisponentes de sangrado.
- Sospecha de maltrato.
Las lesiones intracerebrales más frecuentemente encontradas son:
- Hematoma epidural: igual frecuencia en niños que en adultos. Más probable que permanezca clínicamente oculta. Síntomas secundarios a aumento de PIC: cefalea, vómitos y alteración del nivel de consciencia.
- Hematoma subdural: menos frecuente que en adultos. Evolución más lenta que el hematoma epidural. Los hematomas subdurales interhemisféricos son más frecuentes en lactantes y secundarios a maltrato.
- Lesión axonal difusa: más frecuente en niños. Se produce un aumento de la PIC que puede generar coma profundo e incluso la muerte.
- Contusión parenquimatosa: los síntomas más frecuentes asociados son alteración del nivel de consciencia, convulsiones y focalidad neurológica.
Radiografía de cráneo: se desaconseja su uso sistemático. Puede tener utilidad en casos de posible maltrato (dentro de la evaluación radiológica esquelética) o en sospecha de cuerpos extraños radioopacos.
Ecografía craneal: no ha demostrado ser una prueba útil para valorar el espacio extraaxial como alternativa a la TAC. La principal limitación es la necesidad de una fontanela abierta y amplia.
RM cerebral: uso limitado por el tiempo requerido para la exploración y amplio coste. Es más eficaz que la TAC para detectar cierto tipo de lesiones (lesiones de fosa posterior, lesiones medulares, daño axonal difuso, etc.). La TAC es más sensible para detectar hemorragias agudas.
¿CUÁNDO DEBE SER VALORADO POR NEUROCIRUGÍA INFANTIL?
- En todos los pacientes con trauma leve que requieran TAC, y si ésta es anormal.
- En todos los pacientes con trauma leve, con Glasgow 13 y 14.
- En trauma leve, sin pérdida de la conciencia, si tienen evidencia o sospecha de fractura de base de cráneo (otorragia, signo de Batle, signo del Mapache, etc.).
- En trauma leve sin pérdida de la conciencia, con sospecha o evidencia de fractura deprimida del cráneo, especialmente si es abierta.
- En trauma leve sin pérdida de la conciencia y politraumatismo severo, especialmente en pacientes que por su condición requieran cirugía inmediata, sedación o tratamiento en unidad de cuidado intensivo.
- En trauma leve sin pérdida de la conciencia, pero con deterioro del estado neurológico.
- En todos los pacientes con trauma leve y Glasgow 15 con sospecha de fractura de base de cráneo, lesión en el TAC o sospecha de lesión neurológica, fístula de líquido cefalorraquídeo o de fractura deprimida o abierta del cráneo.